17 julio 2006

El síndrome de Burnout


Es un alivio saber que uno no es un bicho raro, y que las cosas que a uno le pasan, las cosas que uno siente, tienen una explicación y no es el único que lo sufre.

Es un alivio, que a uno le diagnostiquen lo que le pasa: usted tiene el Síndrome de Burnout.

Se trata de un Síndrome clínico descrito en 1974 por Freudemberg, que se caracteriza por una serie de respuestas a situaciones de estrés que provocan en la persona que lo sufre un nivel de tensión elevado y que repercute en sus interacciones con los demás.

¿Quién lo padece?
Aparece en todo tipo de profesiones, pero especialmente en profesionales que se dedican a la interacción con otras personas, cualquier profesión que esté en contacto con clientes exigentes.
Son personas muy optimistas y entregadas al trabajo, idealistas honradas, con iniciativa, independientes... Se da mayormente en mujeres que en hombres; aquellos que no tienen demasiado apoyo o que han empezado en esos momentos su carrera profesional tienen mayores posibilidades de sufrirlo.

Causas:
Sobrecarga laboral. Estrés crónico. Contacto directo con clientes complicados en el trato. Falta de especificación de sus funciones y los roles laborales se mezclan entre unos y otros compañeros, esto da lugar a conflictos.
También existe una falta de individualidad a la hora de poder tomar decisiones y de solucionar problemas. Todo esto lleva a la persona a un estado de tensión emocional difícil de sobrellevar.

Sintomas
Los síntomas principales son los siguientes:
Psicosomático: dolores de cabeza muy habituales, problemas de sueño, problemas gastrointestinales, fatiga crónica, pérdida de peso, dolores musculares, etc.

Conductual: absentismo laboral, abuso de sustancias estimulantes o adictivas (café, tabaco, alcohol,etc.), dificultades para llevar una vida relajada, relaciones con los demás de un modo superficial, aumento de conductas violentas, comportamientos preocupantes de alto riesgo.

Emocionales más frecuentes: sentimiento de omnipotencia, desorientación, incapacidad de concentración, dificultad en la expresión de sentimientos, manteniendo una actitud cínica ante compañeros de trabajo, no involucración en los problemas de grupo y asimilación de compañeros como personas con las que hay que tratar pero sin ningún ánimo ni interés por comunicarse. Síntomas depresivos y embotamiento afectivo.

Ambiente laboral: dificultades en la comunicación con compañeros y clientes, tareas mal realizadas, agresividad y conductas violentas.

¿Qué hacer?
Lo que debes hacer:
Expresa tus sentimientos sin miedo y afánate por ver tus puntos positivos.
Aunque el ambiente sea hostil no puedes dejar que te influya.
Canaliza la agresividad y la decepción por otras vías e intenta encontrar satisfacción en otras cosas de tu vida cotidiana.
El trabajo no lo es todo y seguro que tienes algo bueno a lo que agarrarte para seguir a flote.
Trabaja en autoestima y delimita tus puntos fuertes, tienes tendencia a negativizar.
Rodéate de gente afín a ti y que te estimule, evita la rutina y busca estimulantes en cosas que te gusten de verdad.
Si el ambiente laboral es tan insoportable busca una solución, sólo tú puedes hacerlo, ponte en marcha y actúa con rapidez, la pasividad no es buena consejera, te dejará abatida e indefensa.
Trabaja para mejorar tu día a día.

Lo que voy a hacer:
Volcar todos mis sentimientos en este blog, pintado garabatos allá donde pueda.
Centrarme en el master, porque me gusta aprender cosas nuevas y es una posibilidad de ampliar mi campo de trabajo.
Amar y mimar a mi personilla, intentando no hablar de trabajo. Pero sí de nuestro futuro, sin agobios pero sin dejarlo pasar.
Dejar que me mimen, que me animen y que me den una colleja para seguir adelante.
Y largarme de esta pesadilla en cuanto acabe el contrato, pues necesito cobrar el paro hasta encontrar otro trabajo.

NOTA: la foto de arriba no es mía, pero el otro día me sacaron una muy parecida (con más papeles incluso) en la oficina.